lunes, 25 de abril de 2011

Desfigurada

Tengo 11 años años y estoy en Cabo Polonio pescando renacuajos en un laguito que se formó por la lluvia.

A metros está el rancho donde habitaba mi familia de vacaciones en ese entonces.


Estoy sola, feliz, concentrada en mí. Estoy en mi mundo de fantasía y naturaleza. Si me preguntaría en ese momento ¿Qué necesito? Contestaría nada… por que lo tengo todo.

Lo tengo todo… mi naturaleza, el mar con su ruido, el amor a metros y el amor adentro de mi cuerpo… la diversión gratuita de pescar renacuajos con un medio mundo a mano y luego volver a tirarlos para que sigan viviendo.


Tengo 11 años y tengo el pelo suelto. Hermoso pelo suelto, salvaje como mi esencia… y así voy corriendo por el Polonio a las cavernas de caracoles, y corro hacia al mar y me sambullo en el. Y así se hace de noche y llego al rancho como un salvaje con ganas de comer.

Ahí esta mi viejo, mi hermano, mi tía, mis primas y mi vieja. Todos están alrededor de los faroles de kersosene limpiando los pejerreyes del día. Luego lo ponen en harina y después los comemos al estilo “gato” en donde comemos solamente su carne y dejamos su esqueleto.


Luego, ellos juegan a las cartas y yo me pongo a dibujar y colorear en mi block lleno de hojas blancas, carayones de colores e imaginación. Me sobrababa imaginación.

Eso fue a los 11 años. Luego las cosas cambiaron.


Hace poco, en mi terapia hice un trabajo regresivo… me dijo que vaya a uno de los momentos más felices de mi vida. Es a ese momento al que fui.

“Acercate de a poco a la niña que esta pescando renacuajos… y preguntale que necesita” a lo que yo inmediatamente evadí entrar en ese “ensueño” y le contesté “la niña no necesita nada, esta feliz”. Mi psicóloga inisiste “acercate y mirala” y fue allí donde tuve uno de mis grandes momentos traumáticos.

En mi “ensueño” cuando me iba acercando a la niña… me paro firme. Me costaba hablarle porque “ella” estaba concentrada en su pesca de renacuajos…

Le pregunto “hola, que necesitas” y la “niña” me mira bruscamente y tenía la cara desfigurada. Tenía los ojos con forma de tubos negros largos y la cara era mas grande que el tamañano normal de la edad. Parecía la cara de una masa sin leudar. Estaba desfigurada, la boca, la nariz, el pelo, las orejas estaban entremezcladas…. Y los ojos muy negros.


Era como si le pasases una mano a una pintura sin secar. Se mezcla todo y cambia de forma.

Me asusté muchísimo y empecé a gritar y transpirar a lo loco… transpiración muy salada, casi como si hubiese estado sumergida en el mar.


Hacía tiempo que no sentía ese miedo “real” que pocas veces se siente… a veces en los sueños quizás, pero esto fue desde el sub consciente. Gritaba y lloraba “no la toquen no la toquen” “que me paso en la cara!! Que tiene la nena en la cara” quería salir del transe. Y pude. Siempre se puede entrar y salir. Todo va en estar CONECTADO con el momento.


No matemos nuestra nena o nene interior, es el que nos mantiene v ivos.

Es el que nos hace hacer picardias, es el que nos hace sorprendernos c on simples cosas, es el apasionado sin importar lo material. Se ríe gratis y da amor a cambio de nada.


Quiero volver a mirarme a los ojos con ella… pero que sean verdes. Y no negros… me da mucho miedo esa imagen, pero el miedo también es parte de la niñez.

Por eso… ahora voy a buscarla entre sueños al Polonio para abrazarla, salvarla... o simplemente ponerme a pescar con ella y mirarla. Voy pa ahi! esperame...

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